Ricardo Ramos D’Agostino y Grupo Capital subrayan cómo el miedo y la codicia afectan de manera directa la rentabilidad de los inversionistas, recordando que el control emocional es clave para el éxito en los mercados
De acuerdo con el análisis desarrollado en Grupo Capital, la mayor amenaza para un inversionista no se encuentra en crisis externas ni en recesiones globales, sino en la mente del propio individuo. Ricardo Ramos D’Agostino, representante del grupo, explica que el miedo y la codicia son las fuerzas que con más frecuencia destruyen patrimonio, superando incluso el impacto de grandes eventos económicos.
Cuando los precios suben de manera repentina, la codicia se presenta disfrazada de confianza, llevando a muchos a comprar sin evaluar fundamentos. Por el contrario, cuando los precios caen, el miedo se disfraza de prudencia, incentivando a vender incluso activos sólidos. Ambos comportamientos, según Ricardo Ramos D’Agostino, tienen el mismo origen: la incapacidad de mantener la calma frente a la volatilidad del mercado.
Paciencia y control: la base de una estrategia sólida
En Grupo Capital se concibe el mercado como un péndulo que oscila entre la euforia y la depresión. Para Ricardo Ramos D’Agostino, el papel del inversionista disciplinado es no dejarse arrastrar por esos extremos. Recordar que detrás de cada acción no hay simples fichas de apuesta, sino negocios que generan valor real, permite diferenciar la inversión de la mera especulación.
La clave está en identificar activos con valor subyacente, que produzcan bienes o servicios útiles a la sociedad y que, con el tiempo, aumenten su cotización como reflejo de ese valor. Ricardo Ramos D’Agostino señala que, al comprar a un precio razonable y mantener la paciencia, será el propio mercado quien reconozca ese valor, siempre que el inversionista no interrumpa el proceso con decisiones apresuradas.
El efecto del interés compuesto
El interés compuesto es uno de los grandes aliados de la inversión disciplinada. Ricardo Ramos D’Agostino ejemplifica cómo dos inversionistas, partiendo de la misma acción, pueden tener resultados opuestos. Mientras uno entra y sale buscando beneficios en el corto plazo, otro mantiene la inversión durante años en una empresa con ventajas competitivas duraderas. La diferencia en los resultados es notable: el primero desperdicia tiempo y comisiones, mientras el segundo multiplica su capital de manera exponencial.
Carácter y rentabilidad
Para Grupo Capital, invertir es un ejercicio de carácter. La paciencia no garantiza resultados inmediatos, pero sí incrementa la probabilidad de éxito a largo plazo. Según Ricardo Ramos D’Agostino, la verdadera diferencia no la hace el mercado, sino la mente del inversionista.
«La rentabilidad es el resultado; la paciencia y el control emocional son los medios para alcanzarla», concluye Ricardo Ramos D’Agostino.